Editorial del 12 de noviembre del 2025
La estrepitosa derrota del Partido Colorado en Ciudad del Este sacudió a la política paraguaya y también a la idea, cada vez más dominante, de que la dominación colorada no sería frenada y de que el cartismo tenía el terreno preparado para seguir creciendo en influencia.
El triunfo de Pereira Mujica sobre González Vaesken, por humillante diferencia, ubica a Miguel Prieto como principal ganador y a Horacio Cartes junto a Mario Abdo Benítez como grandes perdedores en estas elecciones. Y esta situación genera un nuevo panorama de cara a las municipales del próximo año y, sobre todo, hacia las elecciones presidenciales del 2028, posicionando a Prieto como principal candidato a la presidencia del Paraguay por parte de la oposición al Partido Colorado.
Cinco días antes, Zhoran Mamdani sorprendió al mundo siendo electo alcalde de la ciudad de Nueva York, tal vez la ciudad-emblema de los EE. UU. Mamdani, conocido como socialista y defensor del pueblo palestino, sacudió la escena norteamericana e internacional con propuestas como: servicio de autobús gratuito en toda la ciudad, congelación de alquileres y mayor responsabilidad para los propietarios negligentes de viviendas, una cadena de supermercados municipales centrada en los precios accesibles, guarderías gratuitas para niños de entre seis semanas y 5 años de edad, entre otras, sorprendiendo al conservadurismo dominante que se expresa en el liderazgo de Donald Trump.
Que en el centro del mundo y en la ciudad con mayor movimiento comercial del Paraguay triunfen opositores al trumpismo y al cartismo, sin lugar a dudas, son expresiones populares y políticas que nos dan alegría y esperanza, porque se dieron a pesar de las extorsiones y los manejos gangsteriles de ambos liderazgos, en estos tiempos tan difíciles en los que la acumulación de riquezas es admirada, aunque provenga de la mafia y de todo tipo de actividades ilícitas que deterioran nuestra dignidad y nuestro sentido de empatía y solidaridad.
El gran desafío es cómo aprovechar este resplandor de pluralidad y participación ciudadana para renovar y fortalecer las débiles organizaciones en los territorios, en función a los lugares de vivienda, trabajo, estudio, atravesando a cada sector con una propuesta cultural defensora de derechos, empatía, solidaridad, trabajo colectivo y respeto a la diversidad de pensamiento y de formas de vivir que existen.
En el caso esteño, el liderazgo de Prieto se asentó en la atención de las barriadas populares de Ciudad del Este, a las cuales nunca antes, bajo administraciones coloradas, les llegó la inversión del municipio en servicios básicos. A esto se sumó la recuperación de espacios e inversiones públicas, además de una relación no extorsiva con el empresariado local, combinados con un liderazgo muy presente en los territorios, que además fue capaz de recuperar la lealtad para con aliados, por más que entre ellos existan grupos sumamente pequeños. Todo esto le da al prietismo una potencialidad que tendrá nuevos y peligrosos desafíos.
El caso neoyorkino es más complejo en todo sentido, incluyendo la militancia del nuevo alcalde en el conservador Partido Demócrata, dentro de una corriente progresista, sí, pero con todas las presiones propias de los grandes aparatos partidarios, en posiciones de confrontación al gobierno del país y con el enorme peso de sectores empresariales como el inmobiliario, que no tiene la intención de conceder el congelamiento de alquileres que planteó Mamdani, por ejemplo.
Sentir que es posible quebrar estos proyectos autoritarios, mafiosos, mezquinos, promotores y agitadores del individualismo, el consumismo, los discursos de discriminación y odio, la indiferencia para con los problemas sociales, es para celebrar. Y lo celebramos.
Al mismo tiempo, las proyecciones de procesos de cambio que recuperen derechos y realicen transformaciones enmarcadas en la justicia social y la garantía para la igualdad de oportunidad, requieren de un sólido tejido organizativo en la sociedad, que dispute cultural e ideológicamente con el sentido común dominante que se resigna ante la ofensiva antiderechos que naturaliza la explotación de la fuerza de trabajo y descarga sobre las espaldas de la clase trabajadora los costos de la brutal crisis del sistema capitalista.
Aprovechar el compromiso cívico expresado en el voto mayoritario a proyectos plurales —reivindicadores de la redistribución de riquezas que respetan los derechos de la diversidad cultural, sexual, étnica, religiosa— implica entender que, si dicho compromiso se agota mayoritariamente en el ejercicio del voto, los cambios anhelados no podrán materializarse.
La concreción de los profundos cambios que soñamos las mayorías trabajadoras se irá dando con sólida organización social y disposición de movilización en defensa de nuestros derechos y nuestra dignidad, con una estrategia revolucionaria que tenga una moral alta compuesta de honestidad y valentía a toda prueba, conjugada con una claridad intelectual capaz de proyectar los cambios, entendiendo el origen de nuestros problemas y las tareas para superar el difícil momento que vivimos. Este es el principal compromiso que debemos asumir de manera activa.
La batalla de ideas es central para este tiempo y la misma tiene la obligación de asumir una cabal comprensión de la crisis del modo de producción capitalista, que es estructural y tiene un carácter civilizatorio que nos obliga a reflexionar sobre la manera en que estamos relacionándonos como seres humanos.
