Editorial del Miércoles 1 de octubre del 2025
El lunes liberaron a 30 jóvenes trabajadores y estudiantes que salieron a luchar el domingo 28 de septiembre (28S) y fueron criminalizados y reprimidos brutalmente por el narcogobierno de continuidad stronista, dirigido por Horacio Cartes a través del monigote Peña. Estamos felices y orgullosos de la juventud trabajadora, estudiosa y valiente.
La movilización fue agitada desde varios medios de comunicación con grandilocuencia. Agrandaron la capacidad de convocatoria y también las amenazas acerca de una posible matanza, haciendo que el llamado para el 28S genere un clima desestabilizador, incluyendo la posibilidad de que sea parte de un plan para hacer un Golpe al gobierno actual. De las amenazas y posibilidad de Golpe se encargó el cartismo a través de sus medios y su personal rentado para engañar y mentir a la población. De la envergadura multitudinaria de la convocatoria se encargaron los otros grupos de poder que se oponen al cartismo, pero son más de lo mismo, a través de sus medios de comunicación.
La movilización fue mucho más pequeña de lo que pretendieron presentarla los medios empresariales opositores al gobierno, pero aún así fue muy importante, teniendo en cuenta las amenazas de violencia, el aparataje policial, el hecho de realizarse un domingo de fin de semana largo, con múltiples actividades que incluían el festival de Reciclarte en San Bernardino. A todo esto se sumó la vinculación de la convocatoria a figuras gastadas de una oposición que solo disputa la administración de los negocios desde el Estado sin representar un proyecto de cambio real.
Necesidad de organizar la lucha

Carteles elaborados por jóvenes estudiantes y trabajadores frente a la Agrupación Especializada
La valentía de la juventud trabajadora y la solidaridad con quienes fueron injustamente reprimidos y detenidos, da cuentas del éxito de la marcha y, a la vez, de la necesidad de organizar la lucha. Sabemos que solo con la rabia no alcanza, aunque sin esta tampoco es posible sostener grandes luchas. La juventud que se movilizó y no tuvo miedo del terrorismo de Estado, aportó mucha luz al actual momento de crisis. Luz que renueva, estimula y convoca.
Por otro lado, la dignidad de los pueblos indígenas y su ejemplar resistencia es otra poderosa luz que nos permite ver un horizonte de unidad social amplia y profunda. Al intento de genocidio que se expresa en la expulsión de los territorios ancestrales, la marginalización y total impugnación de la forma de ver y de vivir en el mundo de los diversos pueblos indígenas, estos responden con movilizaciones en varios puntos del país, incluyendo el cierre de rutas, exigiendo la destitución del actual Presidente del Instituto Nacional del Indígena (INDI), la reapertura de la Sede Central del INDI, presupuesto para compra y recuperación de territorios y un rotundo NO a los desalojos.
Pero también tenemos sombras, claroscuros en las intenciones unitarias de lucha por nuestros derechos. El Congreso Unitario de las Centrales obreras, que se realizó el pasado 24 de septiembre, se ubica en ese terreno de penumbra. El Sindicato de Trabajadores de la ANDE (SITRANDE) terminó trasladando el debate sobre un plan para defender la soberanía energética y evitar la privatización del sistema de suministro de electricidad, al espacio de las dirigencias de las centrales obreras que, hasta ahora, no reconocieron su práctica errónea al favorecer al narcogobierno apoyando la ley de superintendencia de jubilaciones, que es un instrumento al servicio de las patronales para utilizar los fondos jubilatorios y avanzar hacia una mayor precarización laboral y un futuro sistema privado de jubilaciones absolutamente perjudicial a los intereses de la mayoría trabajadora. De hecho, la concentración de recursos en bancos del entorno gubernamental es una muestra del uso discrecional que están haciendo del dinero de trabajadoras y trabajadores.
Las reivindicaciones planteadas en el congreso de las centrales son muy válidas. Como ya mencionamos en otros editoriales, comunicados y posicionamientos, desde hace mucho tiempo insistimos con el problema del costo de vida que cada vez es más alto, así como con el paquete de reformas del Fondo Monetario Internacional (FMI) para precarizar a la clase trabajadora e igualarnos para abajo, sin derechos. También venimos luchando contra la persecución sindical, y la política de expulsión del campesinado y de los pueblos indígenas, por parte de las patronales, a través de su Estado y su gobierno.
El claroscuro, la penumbra está presente ante la conducta de la dirigencia de las centrales, que hace años vienen negociando con el Estado y con las patronales y el resultado es mayor precarización, pérdida de derechos, inestabilidad laboral y violación sistemática de leyes laborales. Así, estas dirigencias hace rato vienen alejándose de la firmeza y el trabajo colectivo en defensa irrenunciable, coherente y combativa de los intereses de las mayorías trabajadoras. Además, está la oscuridad que padecemos día a día, proyectada por las patronales con su Estado y su gobierno narcomafioso.

Conferencia de prensa con los detenidos ilegalmente al momento de su liberación
Frente a estas sombras, debemos oponer la luz de las luchas genuinas de la juventud trabajadora y estudiosa, de los pueblos indígenas, de las organizaciones sindicales clasistas, combativas e insobornables, de las organizaciones campesinas que apuestan al trabajo organizado y colectivo con renovación de ideas y frescura juvenil.
El desafío es que la luz se imponga a las sombras y que la unidad de acción garantice un frente de lucha que resista y enfrente a los responsables de esta crisis con valentía, inteligencia, ingenio, honestidad y total entrega. Las luchas juveniles, indígenas, junto a varias otras luchas obreras, campesinas, así como también otras resistencias en defensa de derechos, nos muestra importantes posibilidades de reorganizar las fuerzas del campo popular con los valores y la confianza renovados.