Editorial del 24 de septiembre del 2025
Este editorial sale el mismo día en que se realizará el Congreso Sindical Unitario, convocado por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), Central Unitaria de Trabajadores-Auténtica (CUT-A), Central Nacional de Trabajadores (CNT), Central General de Trabajadores (CGT) y la Confederación Paraguaya de Trabajadores (CPT), en el local de esta última.
Omisión de reivindicaciones del sector diverso, social y popular
El Congreso Social de dirigentes sociales, sindicales y campesinos, convocado para el pasado viernes 19 de septiembre, se pospuso para sumarse al Congreso Sindical Unitario, pero sin el acompañamiento diverso, social y popular que se planteó en un principio, luego de la Audiencia Pública sobre la creación del súper Ministerio de Industria, Comercio, Turismo, Minas y Energía.
De hecho, la convocatoria inicial para el Congreso que se realizará hoy, fue planteada el pasado 24 de julio e incluía entre los reclamos el cuestionamiento a los desalojos, la ausencia de mercados para productos del campo y otras problemáticas del campesinado y los pueblos indígenas.
Sin embargo, en la convocatoria para hoy, los puntos ya no incluyen en el orden del día las reivindicaciones campesinas e indígenas. En el Congreso de hoy tampoco tiene centralidad la Defensa de la Soberanía Energética del Paraguay, que fue lo que motivó la convocatoria para el encuentro del pasado viernes en SITRANDE.
Cuando las centrales obreras convocaron al Congreso en el mes de julio, compartimos una reflexión en nuestro editorial, colocando algunos dilemas a resolver para que el encuentro y la unidad sean fructíferos.
Complicidad entre el gobierno cartista-stronista y las centrales obreras
La debilidad de las centrales obreras es el resultado de décadas de un trabajo alejado de la independencia de clase y del carácter incorruptible como condiciones ineludibles para darle solidez a las organizaciones sindicales. De todas ellas, la CUT-A quedó como la menos salpicada por componendas con las patronales y priorización del bienestar de su dirigencia principal.
Lamentablemente, con el inicio del nuevo gobierno de continuidad cartista-stronista, la CUT-A terminó apoyando la propuesta de ley de superintendencia de jubilaciones, impuesta por el Fondo Monetario Internacional (FMI), favoreciendo el manejo discrecional de fondos por parte de la camarilla de delincuentes liderada por Horacio Cartes.
Desde aquella situación, pasó alrededor de un año y medio. El cartismo fue concentrando los fondos jubilatorios en sus bancos. Se siguieron aprobando leyes contrarias a los intereses de la mayoría trabajadora, y las direcciones de las centrales nunca hicieron autocrítica, mucho menos asumieron sus errores de manera práctica, ni buscaron la reorganización de la clase trabajadora, construyendo una política sindical clasista, combativa e insobornable.
Movimiento amplio, profundo y renovado en su formas
Las debilidades siguen imponiendo su fuerza para que se cometan los mismos errores. En vez de condicionar y exigir autocrítica pública, renovación de dirigencias y construcción de organizaciones sindicales clasistas e incorruptibles, se busca la unidad sin que la crisis remueva y genere bases sólidas para superar este escenario.
A comienzos de este año, entendimos que la ofensiva de las patronales seguiría con mucha fuerza y que no existían condiciones para enfrentar dicha acometida con posibilidades de frenarla.
Al entender este posible escenario, nuestra conclusión fue que se imponía el trabajo ideológico con trabajadoras y trabajadores, para avanzar en la comprensión de qué hacer y por dónde empezar.
La certeza sigue siendo que los tres millones de trabajadores y trabajadoras que existen en el país necesitan recuperar confianza en las herramientas sindicales y políticas que dicen defender los intereses de su clase. Para eso debemos asumir públicamente los errores y debemos demostrar en nuestra práctica diaria que no negociaremos a espaldas ni en contra de los intereses de esa mayoría. Necesitamos demostrar que somos capaces de construir organizaciones con militancias y dirigencias inteligentes, solidarias, capaces de trabajar colectivamente y sin ninguna posibilidad de venderse ante las tentaciones de las patronales para traicionar lo que se ha resuelto defender.
Son momentos muy difíciles para el país, también para nuestras organizaciones. Tenemos a nuestro favor nuestra condición de mayoría y el hartazgo de buena parte de esa mayoría. Necesitamos paciencia, firmeza, dignidad e ingenio para renovar y reorganizar al movimiento obrero, campesino, estudiantil, indígena y popular, para dar paso a movilizaciones esperanzadoras que seguro nos traerán nuevos errores. Es decir, un movimiento amplio, profundo y, sobre todo, renovado no solo en sus dirigencias, sino en sus formas. Y esos nuevos errores, junto a los aciertos propios de la dirección colectiva, solidaria e insobornable, serán la muestra de nuestro avance.