Texto escrito por Jean Paul Mella y publicado en New Worker, órgano de prensa de la Plataforma Comunista de los Trabajadores de los Estados Unidos de América, el 30 de junio de 2025
Traducción de I. M. Isasi, para Adelante!
Este artículo es la tercera parte de la serie: La Revolución es una Elección que Haces
Parte 1: El Capitalismo y la Guerra que se Avecina
Parte 2: El Momento Mamdani
Fantasmas del Pasado: La Tragedia Alemana
El movimiento progresista actual no es un fenómeno nuevo. Ya hemos pasado por eso antes.
Alemania, 1918. La Primera Guerra Mundial llega a su sangriento final. Los trabajadores inundan las calles mientras la economía colapsa bajo su propio peso. Los soldados se amotinan. Se forman consejos obreros que toman fábricas. La monarquía de la Casa de Hohenzollern colapsó. El poder del Estado pendía de un hilo, y el Partido Socialdemócrata (SPD) que había liderado a los trabajadores alemanes durante décadas estaba en posición de tomar el control del Estado. Solo un año antes, los bolcheviques habían logrado el milagro histórico mundial de la Revolución de Octubre. Este era el momento para llevar la revolución obrera a Europa Occidental, para continuar el milagro.
Y sin embargo, la revolución fue truncada por el propio Partido Socialdemócrata.
El SPD (Sozialdemokratische Partei Deutschlands, Partido Socialdemócrata de Alemania), en su momento el partido obrero más grande y respetado del mundo, emergió como el arma más afilada de la burguesía. Ya había traicionado a los trabajadores del mundo al votar a favor de los créditos de guerra en 1914, avalando el esfuerzo bélico alemán. El colapso de la autoridad del Imperio Alemán en octubre de 1918 fue precipitado por un motín de marineros y la creación de numerosos consejos obreros por todo el imperio. Los líderes de derecha del SPD formaron un gobierno provisional y marginaron al ala izquierda del SPD, que exigía una revolución socialista plena con el establecimiento de la dictadura del proletariado y una economía socialista. El ala derecha, encabezada por Friedrich Ebert, Gustav Noske y Philipp Scheidemann, organizó a las fuerzas paramilitares Freikorps para aplastar violentamente a la izquierda, ya desorganizada. Fue una traición total en el momento preciso en que la revolución debía avanzar.
Los líderes de la izquierda, Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, fueron asesinados por los freikorps. Privados de una dirección centralizada, los consejos obreros de toda Alemania fueron aplastados violentamente uno a uno. La revolución fue aniquilada; la clase trabajadora, sometida.
El SPD llegaba a este crítico momento histórico luego de décadas de decadencia reformista e ilusiones oportunistas. Se había convertido en un aparato al servicio del capital alemán. En el momento decisivo, las fuerzas de la socialdemocracia en el SPD se consolidaron para aplastar la revolución obrera.
El Partido Comunista de Alemania (KPD: Kommunistische Partei Deutschlands) fue fundado demasiado tarde, en medio de la batalla por el poder, en lugar de años antes. Cuando el poder estuvo al alcance, la vanguardia estuvo ausente. Los elementos revolucionarios estaban fragmentados, desorientados y, en el momento final, no estaban preparados para la escala ni la gravedad del combate. La degeneración ideológica del SPD y la acción tardía de los revolucionarios resultaron en una catástrofe para la clase trabajadora. De hecho, la traición del ala derecha del SPD (si es que puede caracterizarse como traición y no como un desenmascaramiento) y el fracaso de los comunistas dejaron libre el espacio político para que las fuerzas reaccionarias se consolidaran.
La contrarrevolución, la reacción, triunfó en Alemania. La república burguesa sobrevivió en terreno inestable y, en menos de una década, las mismas fuerzas sociales que el SPD había desatado se consolidaron en el Partido Nazi, que sumergió al mundo en una Segunda Guerra Mundial y llevó a cabo el Holocausto. Los errores ideológicos se pagaron con la sangre de millones. El Holocausto no fue algo inevitable; la destrucción de la Segunda Guerra Mundial no habría ocurrido si la Revolución Alemana de 1919 hubiese terminado con la victoria de los trabajadores.
Los fantasmas de Alemania siguen acechando al movimiento obrero hoy. Mamdani, el DSA (Democratic Socialists of America) y otros socialdemócratas heredan el legado de la Tragedia Alemana, olvidando todo y sin aprender nada.
El capitalismo reinaba entonces como lo hace ahora, hoy de forma más intensificada. Una vez más, el viejo mundo se tambalea al borde de la guerra. Y una vez más, los partidos «de izquierda» —DSA, CPUSA (Communist Party USA), PSL (Party for Socialism and Liberation)— se niegan a romper con el Estado y los partidos capitalistas, obstaculizando el desarrollo de un auténtico centro revolucionario para la clase trabajadora.
Repiten el guion de la traición con nuevos rostros y viejas ideas. Si no aprendemos, repetiremos las consecuencias: guerra, represión, incluso genocidio.
La lección es clara: la clase trabajadora no puede seguir sustituyendo la organización revolucionaria por reformas «progresistas». No puede confiar su futuro a carreristas y oportunistas con máscaras rojas. Debe construir un partido que tenga la fortaleza ideológica para enfrentar la situación revolucionaria que se precipita hacia nosotros.
El precio de la demora no es abstracto: se mide en las vidas y el sufrimiento diario de nuestra clase en todo el mundo. No podemos permitirnos olvidar las lecciones de Alemania: un partido comunista de vanguardia y la lucha por el Estado obrero para construir una nueva sociedad.
La clase capitalista se prepara para la crisis que viene. La clase trabajadora debe hacer lo mismo.
La Revolución es una Elección que Hacemos
El mundo está cambiando rápidamente, las contradicciones del capitalismo estallan en todas direcciones: guerra genocida, colapso climático, estancamiento económico e inestabilidad política. El momento de actuar fue ayer. No podemos permitir que el momento Mamdani o cualquiera de los «progresistas» que ya mostraron sus verdaderas lealtades de clase en la Tragedia Alemana frenen el crecimiento del momento revolucionario que corre contra reloj. El riesgo de que estalle una gran guerra acerca cada día más la situación revolucionaria.
Las situaciones revolucionarias no surgen con frecuencia ni al azar. Cuando llegue el momento, la situación revolucionaria, debemos estar preparados. Debemos construir dirección con anticipación. Debemos construir el partido comunista. No otra ONG. No un podcast. No un «partido de masas». No una coalición de protesta.
Un partido comunista, firmemente arraigado en la propia clase trabajadora, disciplinado en la ciencia de la revolución: el marxismo-leninismo. Formado en la lucha y listo para liderar la lucha de clases contra los capitalistas y vencer.
Ese partido se está construyendo. La Plataforma Comunista de los Trabajadores de Estados Unidos (CWPUSA: Communist Workers’ Platform of the USA) está organizando cuadros en todo el país. Está construyendo células en lugares de trabajo, campus universitarios, barrios. Está estudiando la historia, confrontando preguntas ideológicas y preparándose para la ofensiva. Estamos aquí para destruir al capitalismo y construir el nuevo mundo del socialismo-comunismo.
Pero el partido no puede quedarse numéricamente pequeño. El movimiento exige que crezcamos en número. El trabajo requiere una decisión —un compromiso— de cada uno de nosotros. La historia se desarrolla según leyes definidas, sí. Pero aun así, la elección de intervenir y participar en la lucha se toma a nivel individual. La victoria del socialismo no es automática. Debe llevarse a cabo de forma consciente y científica. Hay que luchar por ella.
Entendemos que el propio sistema en que vivimos —el capitalismo— es el motor de su propia destrucción: crisis, guerra y genocidio. Sabemos que las elecciones, los tribunales y los «progresistas» no nos salvarán, ni siquiera nos acercarán a la victoria. Sabemos que solo la revolución de la clase trabajadora puede dar fin a este ciclo destructivo.
La pregunta ya no es ¿qué hacer?, sino ¿quién lo hará?.
Vos.
Creá vínculos con tus compañeros de trabajo. Organizá un grupo de lectura. Colocá folletos. Unite a los piquetes. Estudiá marxismo-leninismo. Llevá la bandera roja y el llamado a la revolución a cada fábrica, hospital, almacén, prisión, escuela. Construí las células del partido. Construí la fuerza combativa de la clase trabajadora. Construí la CWPUSA.
Si no actuamos, si permitimos que los charlatanes «progresistas» desvíen a nuestra clase, estamos condenando a cientos de millones de trabajadores en EE. UU. y más allá, a horrores que ni siquiera podemos imaginar.
Independientemente de lo que elijamos ahora, la historia demuestra que no hay refugio en la retirada. O enfrentamos la crisis de pie, montando la ofensiva, o la crisis nos encontrará de rodillas, aislados y débiles.
El viejo mundo está muriendo. Solo hay un camino hacia adelante: la revolución de la clase trabajadora, la lucha por el socialismo-comunismo. Debemos elegir hacer lo aparentemente imposible porque es necesario. La historia está del lado de la clase trabajadora. La lucha ya comenzó
Hay un mundo que ganar. La lucha es nuestra. La decisión de unirse es tuya.