Editorial del 21 de julio de 2025
Los verdaderos protagonistas de la producción, la promoción y la venta de todo lo que hay en la Expo tenemos que pagar para ver lo que producimos, promocionamos y vendemos. Así como en la Expo, para el Estado paraguayo también somos productores y financistas.
Los medios de las patronales informan que más de 300 mil personas visitaron la Expo en su primera semana. La entrada general es de 25 mil guaraníes. Una familia de cuatro miembros, donde los hijos tienen de 13 años para arriba, debe pagar 100 mil guaraníes solo para ingresar, además de movilizarse hasta el lugar y consumir algo dentro del predio. Todo esto fácilmente dispara el gasto a 300 mil guaraníes, comiendo comida rápida y sin considerar otro gasto. La clase trabajadora es la productora de los bienes y los servicios. Tanto las mercaderías como la promoción y venta de las mismas, están realizadas por trabajadoras y trabajadores. Solo que los productos producidos, así como la promoción y la venta de los mismos, generan unas ganancias que mayormente quedan en manos de los patrones —que no se esfuerzan como los trabajadores—.
No solo en la Expo financiamos a los que nos explotan
Con nuestros impuestos, sobre todo el IVA (pero no solo el IVA), sostenemos un Estado que nos perjudica favoreciendo a los grandes empresarios, terratenientes y banqueros, subsidiando a los millonarios, como por ejemplo son los empresarios de transporte, los ganaderos y los sojeros. Estos empresarios reciben beneficios del Estado en créditos, impuestos bajos o inexistentes, impunidad en la violación de leyes laborales y evasión de impuestos, entre otros.
Burlas y humillación es la respuesta que los trabajadores recibimos de los patrones. Con una suba de 100 mil guaraníes en el salario mínimo, con la información de que cada vez hay menos pobreza gua´u, con la insistencia en que no suben los precios, con la discriminación para el pueblo, como fueron las declaraciones del empresario y político colorado Pettengil. Hace pocos días este representante de las patronales afirmó que los trabajadores solo merecemos comer puchero a diez mil guaraníes, dando a entender que no tenemos derecho a acceder a cortes de primera, que son los cortes que producen los trabajadores de los frigoríficos, cuyos ingresos no les permite consumir el producto de su trabajo.
Somos los que sostenemos un sistema que nos perjudica, nos endeuda, nos quita derechos y horas para compartir con nuestros seres queridos, al punto de achicar totalmente nuestra proyección de vida.
Otro ejemplo es el transporte “público” (nada público, es absolutamente manejado por empresas privadas), cuyos patrones amenazaron con un parto que el gobierno, demostrando su total defensa y exclusiva atención a los intereses de la minoría explotadora, logró evitar concediendo todos los reclamos a los empresarios.
Hasta parece gracioso leer la amenaza de paro o de regulada cuando casi no tenemos transporte público. Cada vez hay menos. A la noche es peligroso esperar a ver si aparece alguno. Las estadísticas muestran que la gente usa cada vez menos los buses de línea y entonces se endeuda para comprar automóviles, motocicletas o gastar en transporte por plataforma, subiendo el costo de su movilidad y también asumiendo riesgos que van desde el sobreendeudamiento a la seguridad en el traslado.
La clase trabajadora en Paraguay no necesita este Estado de las patronales
Este escenario no cambiará mientras el modelo productivo y el Estado sea el que tenemos, porque la minoría que se beneficia es la que maneja sus tres poderes. Por eso la estafa seguirá.
Seguiremos siendo los espectadores de nuestras obras, sin que nos reconozcan que somos nosotros los productores y creadores porque las minorías explotadoras se ingenian para esconder nuestra fuerza como clase. Las patronales buscan hacer creer que no somos nosotros los protagonistas y que nosotros solo compramos y consumimos en la medida en que nos alcanza el dinero. Organizarnos para hacer valer nuestra condición de mayoría es la única forma que tenemos para lograr que las cosas cambien y una nueva situación nos favorezca. Esto significa construir una fuerte alianza social que requiere de organizaciones sociales sólidas, incorruptibles, con capacidad de movilización y negociación que se subordinen a los intereses de las mayorías.
Sobre el respeto a los acuerdos podremos construir confianza y avanzar hacia un proyecto político capaz de construir un nuevo Estado sencillo y barato, gobernado y administrado por trabajadoras y trabajadores, para hacer valer en las políticas públicas, el protagonismo productivo que tenemos.