Texto escrito por Jean Paul Mella y publicado en New Worker, órgano de prensa de la Plataforma Comunista de los Trabajadores de los Estados Unidos de América, el 30 de junio de 2025

Traducción de I. M. Isasi, para Adelante!


Este artículo es la Segunda parte de la serie: La Revolución es una Elección que Haces
Parte 1: El Capitalismo y la Guerra que se Avecina
Parte 3: Una Decisión


El Momento Mamdani y la crisis de la «izquierda».

El 24 de junio de 2025, Zohran Mamdani ganó las primarias demócratas para la alcaldía de Nueva York. Su derrota del viejo aparato del Partido Demócrata, representado por Andrew Cuomo, ha sido celebrada como una victoria del socialismo en Estados Unidos. Las redes sociales se inundaron de festejos. Los burócratas del DSA (Democratic Socialists of America) se regocijan. Pero la única victoria real fue para la ilusión de que el sistema puede reformarse.

Mamdani es un político talentoso. Ha hablado con valentía sobre Palestina, ha organizado a inquilinos y trabajadores para construir su base electoral y tiene raíces en los sectores populares. Sin embargo, sigue siendo parte del engranaje del Partido Demócrata: un partido de terratenientes, mercaderes de la guerra, y multimillonarios de la clase capitalista gobernante. Un partido que colabora activamente con el genocidio en Gaza y financia la guerra en Ucrania. El partido utilizará a Mamdani del mismo modo que lo hicieron con Sanders y Ocasio-Cortez: para absorber la energía popular y neutralizarla, y él aceptará gustoso.

Ya hemos visto esto antes. En 2022, Bernie Sanders votó a favor de un paquete de ayuda militar de 40 mil millones de dólares para Ucrania, alimentando una guerra subsidiada que ha matado a cientos de miles de personas al servicio de los intereses del capital estadounidense y europeo. Alexandra Ocasio-Cortez lo acompañó. En 2023, ambos guardaron silencio mientras Estados Unidos daba cobertura diplomática a la brutal campaña de limpieza étnica de Israel. Emitieron declaraciones tibias, tuitearon su indignación, pero en última instancia no hicieron nada ante el genocidio. Mucho menos identificaron al capitalismo como la causa fundamental de esta atrocidad.

Directamente en perjuicio de los trabajadores estadounidenses, en 2022, AOC se negó a votar en contra de un proyecto de ley que aplastó la huelga de los trabajadores ferroviarios. Cuando los trabajadores estaban a punto de levantarse, AOC se puso del lado de la clase dominante. Esto no es un error. Es el rol que cumple el ala «progresista»: hablar en el lenguaje de la revolución y luego hacer el trabajo sucio del capital. Si actúan con cinismo o sinceramente creen que están «jugando a largo plazo» es algo que queda entre ellos y su conciencia. Lo que importa a la clase trabajadora es la confusión sembrada por el «socialismo democrático».

El DSA, que promueve a estas figuras, se ha convertido en una fuente gratuita de mano de obra para el Partido Demócrata. Miles de organizadores se desgastan tocando puertas para «socialistas» que terminan financiando a ICE, apoyando presupuestos policiales o aprobando gastos militares. ¿Qué es esto sino sabotaje disfrazado de «socialismo»?

Llega Mamdani, listo para gestionar la ciudad en nombre del capital, envuelto en un lenguaje conmovedor de justicia. Uno de sus primeros videos de campaña en enero señalaba cómo el pollo con arroz ya cuesta más de 10 dólares, afirmando: «Es hora de volver a hacer que el halal (la comida) cueste ocho dólares». Su campaña propuso:

  • «Congelar» el alquiler en unidades de vivienda
  • Construir más de 200 mil viviendas accesibles
  • Supermercados de propiedad municipal
  • Autobuses gratuitos y de rápida circulación 
  • Cuidado infantil universal gratuito para todos los neoyorquinos de 6 semanas a 5 años
  • Salario mínimo de 30 dólares por hora para 2030

Protección «a prueba de Trump» contra ICE en la ciudad de Nueva York

Aunque estos puntos apelan a la experiencia cotidiana de millones de trabajadores neoyorquinos y sus luchas contra los precios en alza y los salarios estancados, son reformas subordinadas, en última instancia, a la voluntad ajena del capitalismo. De implementarse, estas reformas garantizarían a los trabajadores un trato marginalmente mejor en la venta de su fuerza de trabajo. El conflicto fundamental entre trabajo y capital no se resolvería. De hecho, con el tiempo, los efectos positivos de estas reformas serían reducidos por las leyes de la acumulación capitalista. No habría mecanismos reales para avanzar en estas demandas; los trabajadores seguirían a merced del capital. El capital, esa fuerza insaciable que no puede hacer otra cosa que expandirse, acumular.

Mamdani bien que puede tener buenas intenciones y un espíritu noble, pero eso no significa nada frente al poder totalizante del capital. Sin derrocar a la clase dominante, sin privar a la clase capitalista de todo poder político y construir un Estado de, por y para la clase trabajadora, la lucha de clases continuará inclinada a favor de los capitalistas.

Zohran Mamdani con AOC en el Desfile del Día de Puerto Rico – junio 2025

Mamdani es parte de un momento más amplio, mientras EE. UU. entra en un período de crisis prolongada del sistema capitalista, agudizada por la competencia imperialista. Los precios suben, las jornadas laborales se alargan, los salarios se estancan. La gente responde a estas condiciones de una forma u otra. Ante la ausencia de una dirección ideológica por parte de un partido comunista, dos fuerzas sociales han emergido en los últimos años: la reacción, consolidada en la conquista del Partido Republicano por el movimiento MAGA (Make America Great Again), y el movimiento «progresista» al que le ha costado encontrar una dirección organizada bajo los repetidos golpes del establishment demócrata.

En todo el país, ha surgido una nueva camada de figuras «progresistas», expertas en la jerga activista y en el autoengaño. Figuras como AOC, Bernie Sanders y ahora Mamdani. Hablan de socialismo, pero no preparan la fuerza combativa de la clase trabajadora, más bien, utilizan la energía de esta para su beneficio personal y para ascender. Hablan de revolución, pero no avanzan ni un centímetro hacia la abolición de la propiedad privada y la destrucción del Estado burgués. Están casados con el Partido Demócrata, sus carreras no habrían despegado sin él. En efecto, este movimiento progresista no construye más que ilusiones.

Por muy bien intencionados o moralmente íntegros que sean, no trabajar por la destrucción de la explotación capitalista y el establecimiento de un Estado obrero es sofocar la revolución. Confundir el significado de socialismo y silenciar la lucha de clases es retrasar la revolución. En el mejor de los casos, estos progresistas están poniendo maquillaje al cerdo capitalista.

La competencia rige todos los niveles del capitalismo. Los demócratas del ancien régime arrastran sus cuerpos decadentes por los pasillos del poder, aferrándose con fuerza a sus joyas mientras la nueva generación irrumpe en el partido. Estos fósiles se niegan a dejar paso a la sangre nueva, socavando el impulso del movimiento progresista socialdemócrata y debilitando la vitalidad a largo plazo de su propio Partido Demócrata. La vida y muerte de este arcaico partido burgués no es un objetivo del movimiento comunista, pero su incapacidad para asimilar por completo a esta nueva generación de aspirantes a Obamas presenta al movimiento revolucionario la oportunidad de evidenciar las contradicciones y el carácter antiobrero de los demócratas y del Estado al que sirven. Para aprovechar al máximo este «momento Mamdani», necesitamos una convicción ideológica cristalina y un análisis científico.

No hay atajos. La clase trabajadora debe enfrentarse al Estado burgués y prepararse para derrotarlo.

El movimiento comunista debe trazar una línea clara. Debemos decir las verdades incómodas. Mamdani no es el futuro. AOC no es el futuro. Bernie no es el futuro. El Partido Demócrata y el Estado estadounidense sirven, y siempre servirán, a los intereses de la clase capitalista dominante: los enemigos de la clase trabajadora.