Opinión | Por Oscar Herreros Usher


Si yo afirmara, con Galileo, que dos cuerpos abandonados desde el reposo llegan al suelo al mismo tiempo, independientemente de sus respectivos pesos, no faltará quien diga si dejo caer una piedra y una pluma, cualquiera puede comprobar que la piedra llega primero al suelo.

Puedo explicarle que la pluma es retrasada por la fricción o resistencia del aire, no así la piedra, y que en ausencia de aire ambos cuerpos llegarán al suelo simultáneamente.

Es posible que estas razones no convenzan al interlocutor. Entonces será necesario recurrir al experimento. Estos dos vídeos en YouTube (video 1; video 2) muestran ese experimento y permiten verificar mi afirmación inicial. Este tercer video (video 3) explica por qué ocurre esto.

Entonces, sobre la dinámica social vigente, a continuación podría sentenciar, son las y los trabajadores quienes producen todos los bienes y servicios que se compran y venden en la sociedad, no los empresarios capitalistas. Hay quienes no aceptan esto; de hecho, les llaman “productores” a los propietarios de grandes extensiones de tierra donde se cultiva soja o trigo o se crían y engordan vacas y otros animalitos.

Podría argumentar largamente, pedir ayuda a un maestro de la talla de Karl Marx para convencer a algunos liberales, incluso a muchos trabajadores. Pero lo contundente, como en el caso anterior, sería realizar un experimento, que consistiría en tomar una sociedad productiva, retirar de ella a los trabajadores dejando sólo a los propietarios y ver qué pasa.

Proponer esto a una sociedad concreta puede llevarnos al manicomio. Afortunadamente, el señor Donald Trump está llevando a cabo dicho experimento. Apenas iniciado su segundo mandato como presidente de EE. UU. desató una feroz cacería de inmigrantes latinos, mexicanos, salvadoreños, venezolanos, etc. y los fue expulsando del país. En consecuencia, muchos miles de trabajadores del campo, los que levantan las cosechas, otros que trabajan en las cocinas o atienden a los clientes en restaurantes y hoteles, los que realizan labores de limpieza en esos establecimientos y en oficinas, se han escondido para evitar ser atrapados y deportados y no asisten a sus puestos de trabajo.

Y es esto lo que está pasando, las cosechas se pudren en los campos, nadie sirve el café o el almuerzo, no hay quien limpie los baños. Desesperado, el zanahorio les pide que vuelvan, les promete permisos de trabajo y otros beneficios.

Una cuenta en YouTube, paradójicamente llamada “Tío Liberal”, ha subido un video que muestra los resultados del involuntario experimento del señor Trump. Invito al lector a ver ese video y responder a la pregunta ¿quiénes son los que verdaderamente producen?

El hecho de abandonar el trabajo, una acción espontánea, no organizada, ha llevado a que en muchos casos se les prometan mejores salarios, pago de horas extras y de vacaciones, hasta seguros jubilatorios, beneficios inimaginables en circunstancias “normales”. ¡Cuánto más podrían obtener si se organizaran, si actuaran concertadamente!

Una enseñanza adicional que nos brinda este episodio: la suspensión temporal del trabajo, es decir, la huelga, es una poderosísima arma en manos de las y los trabajadores. Por eso las legislaciones laborales de la sociedad burguesa les imponen tantas trabas, formalidades y obstáculos. Todo esto ya lo sabía Rafael Barrett, quien allá por el año 1907 escribió un breve artículo titulado “la huelga”.

¡Proletarios de todo el mundo, uníos!
(los tíos Fede y Carlitos)