Análisis | Por Alhelí González Cáceres[i]
“Que estalle [eh digamos] eh, la economía, que estalle y que se lleve puesta a toda la casta política” (Milei, 2022)
Elegí iniciar esta nota con una idea que expresó el candidato presidencial Javier Milei en tanto analogía de lo que Richard Nixon, presidente de los Estados Unidos entre 1969 y 1974, había propuesto para el proceso chileno liderado por Salvador Allende “hay que hacer que la economía grite” (Nixon, 1970)[1].
Con esto no pretendo situar al peronismo al mismo nivel que el proceso revolucionario chileno de aquella época, sino ubicar al candidato que cuenta con grandes posibilidades de llegar a la Casa Rosada en las próximas elecciones del 22 de octubre. La intención es desgranar al menos algunas de las principales propuestas económicas del libertario Milei, interpelarnos respecto al tipo de sociedad que buscamos construir y en la que pretendemos vivir.
“Que estalle la economía”, decía Milei en una entrevista hace apenas un año, el problema es que la “economía” no es una ecuación, no se trata simplemente de “equilibrio fiscal” y de que las cuentas “cuadren”, en medio de ella se encuentran seres humanos. La economía es, en definitiva, una cuestión social y no solamente una cuestión técnica. La economía no es matemática, y esto lo olvida -convenientemente- el candidato de la Libertad Avanza.
Ahora, ¿qué libertad? O, mejor dicho, ¿la libertad de quién y libertad para qué? Y, esto no se reduce a una mera discusión filosófico-moral, sino por el contrario, es una discusión que parte de lo concreto, en tanto la libertad no se presenta como absoluto, como una mera abstracción, sino por el contrario, su existencia es resultado de múltiples determinaciones.
La cuestión de la “casta”
Si hay algo que ha logrado el candidato libertario ha sido ubicar a su movimiento como el catalizador de la rabia –legítima- de los argentinos. Ahora, esa rabia ha sido intencionalmente dirigida hacia una figura “la casta política”, artífices – según Milei- del desastre económico en la Argentina. ¿Qué de cierto hay en esto?
La “casta política” como recurso discursivo lo utiliza para referirse a aquellas figuras de la política argentina que, curiosamente, han sido quienes han implementado políticas redistributivas mediante la expansión del gasto público. Pero no lo es su candidata a vicepresidenta, por ejemplo, hija de militares vinculados con el terrorismo de Estado en la última dictadura militar argentina que, como agregado, tiene el hecho de ser defensora de aquellos que han sido juzgados por crímenes de lesa humanidad.
Como “parásitos” de la política, califica Milei a peronistas y kirchneristas, curiosamente, en esta categoría no incluye a Menem, ni Cavallo, artífices de la debacle económica que llevó al corralito bancario en 2001 bajo el régimen de convertibilidad. Tampoco califica de casta a Mauricio Macri y sus nexos que, paradójicamente, hoy forman parte de su círculo de asesores. Milei ubica como referentes y se ha rodeado de esos «parásitos de la política» y aquella “casta repugnante” que dice “combatir”.
La cuestión de fondo es que, en el discurso contra la “casta política” subyace el hecho de demonizar las políticas sociales y las conquistas de la clase trabajadora argentina. Señalar como políticas erróneas aquellas que han sido diseñadas para buscar disminuir las brechas de desigualdad estructural que envuelven a las sociedades edificadas sobre la propiedad privada de los medios de producción, basadas, en definitiva, en la permanente expropiación de los medios de subsistencia a una parte cada vez más creciente de la población.
¿Es la “casta política” responsable del descalabro económico en la Argentina? Para Javier Milei claramente sí. Pero esto sería un reduccionismo propio de quien desconoce la lógica de funcionamiento de las economías capitalistas en general, y de las economías capitalistas dependientes en particular.
Endilgar la responsabilidad de la crisis a quienes gestionan el capitalismo argentino implica desconocer el movimiento concreto del capital en tanto relación social. Esto de ninguna manera significa que quienes gestionan los procesos nacionales de acumulación carezcan de responsabilidad alguna, claramente no, pero tal responsabilidad se encuentra enmarcada en las propias contradicciones del modo de producción capitalista.
Y para explicar esto, el marxismo tiene mucho que decir. De hecho, los estudios sobre las curvas del desarrollo capitalista permiten comprender y distinguir las crisis estructurales de aquellas cíclicas, en donde sí puede advertirse una relación entre las políticas económicas y el ciclo del capital.
La crisis como elemento inherente al modo de producción capitalista y, por tanto, parte de su propia estructura, conduce al desarrollo cíclico de la economía, relacionada con la dinámica impuesta por la rentabilidad del capital y la puja competitiva, resultante de la interacción contradictoria entre capital y trabajo, producción y empleo.
Sobre la cuestión de la tasa de ganancia y su papel en la dinámica capitalista ya he escrito algunas líneas en ediciones anteriores como para comprender a qué se refiere. Y, por tanto, no me detendré en ello. Lo que sí quiero colocar, es el hecho concreto que, las políticas económicas no se constituyen en variables exógenas del proceso de producción y reproducción del capital, y esto puede advertirse observando las propuestas que han surgido en contextos de baja rentabilidad del capital, y de la que las políticas de ajuste estructural, más conocidas como “políticas neoliberales”, han sido las recomendadas por los tanques pensantes del capitalismo mundial.
Con esto, lo que pretendo señalar es que, si nos fijamos en las propuestas de Javier Milei estas son en su totalidad, una avanzada en contra de la clase trabajadora. Una ofensiva que busca barrer derechos adquiridos, no sólo en el ámbito laboral, sino también en salud, educación, vivienda, etc., esto en el marco de un recrudecimiento de la lucha de clases, no como cuestión ideológica, sino concreta y expresada en el continuo deterioro de las condiciones de vida de la clase trabajadora.
La particularidad del discurso sobre el ajuste en Milei es el disfraz técnico con el que pretende cubrir la ideología criminal que profesa y con la que busca marear y confundir a incautos, cual portavoz de quienes históricamente han sido los dueños de la Argentina. Pero antes que él, ya los ideólogos de la política económica aplicada por la dictadura pinochetista, disfrazaban de argumentos técnicos medidas económicas que destruyeron las conquistas de los trabajadores chilenos, en el marco de un estado de shock resultado de las políticas de ajuste y su elevado costo social.
“Plan motosierra” o el resurgir de “El Ladrillo” como propuesta para América Latina [2]
Quienes hemos estudiado con seriedad la ciencia económica, tenemos noción de los grandes debates que tuvieron lugar en la segunda mitad del siglo pasado, con respecto a los problemas del desarrollo y a las especificidades del desarrollo capitalista en América Latina. Y, ¿esto qué tiene que ver con el “plan motosierra” de Javier Milei? Pues todo, porque en realidad lo que se discute en cada elección es la visión política, económica y social sobre el desarrollo. Y esta no es una discusión irrelevante, en tanto impacta sobre el presente y el futuro de las sociedades.
No me detendré a presentar los debates teóricos y las experiencias concretas de políticas de desarrollo que han tenido lugar en América Latina, no porque estas sean irrelevantes, sino por las características del presente artículo y su extensión. Esto podemos dejarlo para otra entrega. Lo que sí quiero colocar es que, en medio de la crisis de rentabilidad de los capitales que lideraron el proceso de acumulación a escala global a finales de los sesenta e inicios de los setenta, las políticas de ajuste estructural emergieron como respuesta a la caída tendencial de la tasa de ganancia (sobre esto pueden revisar los trabajos de economistas como Michael Roberts y Sergio Cámara), la hegemonía del pensamiento económico liberal se debió no sólo a la estanflación experimentada por la economía estadounidense y al agotamiento del modelo keynesiano, sino también al claro retroceso de la experiencia de los Estados soviéticos y su posterior caída.
Desde 1970 en adelante, América Latina ha experimentado procesos políticos en el marco de férreas dictaduras que han tenido por función aplicar los lineamientos de las políticas de ajuste impuestas desde Washington, pero pensadas desde la Escuela de Chicago. Así, tuvo lugar la imposición de la dictadura de Pinochet en Chile, siendo este el primer laboratorio en el que se aplicaron de manera experimental las políticas de ajuste, generando un estado de shock que hizo posible su implementación. Y cuando hablamos de políticas de shock, nos referimos al elevado costo social derivado de las políticas de ajuste, y en donde la dictadura y sus mecanismos represivos jugaron un papel central en el juego de los grandes capitales locales y extranjeros en el contexto del recrudecimiento de la lucha de clases y de intento de recuperación de la tasa de ganancia.
Las propuestas de Javier Milei no tienen ninguna novedad, aunque él las venda como innovadoras y como solución casi mágica a los problemas económicos por los que atraviesa la economía argentina. En realidad, no tienen siquiera ninguna originalidad, o sí, pues ahora Milei no conforme con proponer políticas económicas que, literalmente, conducen al estallido de la economía, propone como corolario a la dolarización.
Ecuador es uno de los países que, junto a El Salvador, han implementado la dolarización, como supuesta salida a la crisis hiperinflacionaria de los noventa. Lo que no cuenta Milei, es que la dolarización significó la devaluación feroz del Sucre ecuatoriano frente al dólar, lo que condujo a la pérdida de los ahorros de los trabajadores, y en donde se licuaron las jubilaciones. Significó también la emigración masiva que llevó a que tres millones de ecuatorianos tuvieran que dejar su país, a sus familias, resultado de una política de shock. Pues, otra cosa que no cuenta Milei es que la dolarización sólo es posible mediante una mega devaluación monetaria.
Lo anterior permite entender el permanente llamado a desprenderse de los pesos, utilizando los medios masivos de comunicación para generar un escenario de caos que propicie una corrida bancaria. Para de este modo, lograr la mega devaluación que necesita para poder implementar su propuesta de dolarización.
A todo esto, lejos de mejorar las condiciones de vida de los ecuatorianos, la dolarización condujo a la consolidación del mercado ilegal, a la configuración del Ecuador como un centro neurálgico para el tráfico de drogas, lavado de activos, y otras actividades ilícitas conexas cuya expresión social es, entre otras, el aumento de sicariatos y de guerras internas entre los cárteles del narcotráfico.
Asimismo, derivó en la constricción del mercado interno, destruyendo la producción y el empleo, devaluando el poder adquisitivo de los trabajadores. Pues, otra cosa que convenientemente no menciona Milei, es que, al dolarizar, lo que ocurre en realidad, es que el sistema de precios de la economía estadounidense se transfiere a la economía dolarizada, dando lugar a la pérdida de la soberanía en materia de política monetaria.
Todo esto condujo a una década de crisis económica e inestabilidad política en el Ecuador, además de subordinar la política monetaria a las necesidades de la economía estadounidense que, por sus características, no se acercan ni de broma, a las necesidades de las economías dependientes como las latinoamericanas. Y, junto con ello, ocurre la reducción en el margen de maniobra de la política económica, en donde uno de sus pilares fundamentales es precisamente, la política monetaria.
En el recetario de los Chicago Boys, contenidas en “El Ladrillo”, estos economistas formados en Estados Unidos, expresaron que las políticas de ajuste, para que fueran realmente efectivas, no debían aplicarse de manera gradual, sino generando un estado de shock. En el prólogo realizado por Sergio de Castro, este expuso lo siguiente:
“Muchos se extrañan y se preguntan cómo fue posible que el Gobierno de las Fuerzas Armadas aplicara un programa libertario […] Adoptado el modelo y enfrentado a las dificultades inevitables que surgen en toda organización social y económica, no cabe duda que el mérito de haber mantenido el rumbo sin perder el objetivo verdadero y final corresponde enteramente al entonces Presidente de la República. Los frutos cosechados por el país, de los ideales libertarios que persiguió “El Ladrillo”, son, en gran medida, obra del régimen militar. En especial del expresidente y de los Miembros de la Honorable Junta de Gobierno. Nosotros fuimos colaboradores” (De Castro, 1992, pág. 12).
De lo anterior podríamos deducir las sucesivas reivindicaciones que han hecho las figuras de “La Libertad Avanza”, respecto a los regímenes dictatoriales, cuestionando la cifra de los detenidos desaparecidos en la Argentina y relativizando el terrorismo de Estado con el discurso “fue una guerra y se cometieron excesos”.
Siguiendo con El Ladrillo, que inicia diagnosticando “el problema” hay elementos comunes con el discurso de Javier Milei. A saber: a- Inflación; b- Mal uso del poder político, c- Déficits fiscales, d- Limitado desarrollo del sector externo. Esto sirve para comprender la apología a la liberalización económica realizada por Milei en el Latam Economic Forum 2023[3], en donde exponía:
“Hay más formas de hacerla [la dolarización] yo por ejemplo podría decir, cuánto es, podría tomar un título en dólares, podría canjearlo por esas LELIQS y, por el otro lado, con los 120 mil millones, yo daría cobertura para tener un seguro. Y si se inicia la corrida, automáticamente yo respondo con ese seguro. Es más, ese seguro se podría armar con organismos multilaterales, por lo tanto, tampoco sería un problema hacerlo […] Lo más importante es tener la voluntad de hacerlo. […] Miren cuando ustedes van y hablan con cualquier inversor internacional, lo primero que les va a decir es que el problema más grande de la Argentina es el riesgo moneda. Es decir, el día que ustedes eliminen el Banco Central, el riesgo moneda se terminó. Se terminó el control de capitales y vamos a dejar organizada la economía para que sea una economía libre para que no se pueda meter el Estado en el medio. Así como estoy pensando en dejar los mecanismos armados para que ustedes puedan sacar todo su dinero de cualquier lado sin que los puedan controlar, eso les va a permitir entrar y salir con su dinero todas las veces que quieran” (Milei, 2023)
Traduciendo, lo que Milei propone al votante argentino, entre ellos a trabajadores y a los pequeños capitales que operan en ese espacio nacional, es un país «libre», sí, libre para los grandes capitales, para los capitales más concentrados. Libre para que conviertan a la Argentina en un paraíso fiscal, y para que los capitales golondrina lleguen al país, extraigan las ganancias y se las lleven para sus casas matrices.
Pienso también que Milei no es un loco salido de una galera, no. Es el portavoz de los capitales más concentrados, aquellos que sí pueden competir y valorizarse en el mercado internacional bajo condiciones normales que impone la lógica del capital. Las políticas que propone Milei no sólo no favorecen a los pequeños capitales que se valorizan a escala nacional, sino que, además, representan su destrucción.
Y esto es así, resultado de la propia dinámica cíclica del capitalismo, en donde en contextos de ciclos recesivos, las variables económicas buscan recomponerse mediante la destrucción de los capitales menos productivos, menos competitivos, en definitiva, de los capitales sobrantes.
Un elemento crucial en todo esto es entender que el capitalismo es en sí mismo un modo de producción contradictorio, y en el que la competencia no sólo es despiadada entre capitales, sino también entre trabajadores. En la medida en que las dinámicas de concentración y centralización del capital conducen a una variación en la composición orgánica del capital, se agudizan las contradicciones. O, dicho de otro modo, en la medida en que la fuerza de trabajo es desplazada de los espacios productivos por los nuevos adelantos científico técnicos que permitan elevar la productividad en el marco de una incesante pugna competitiva, tiene lugar, junto con ello, la agudización de la crisis y el consecuente aumento de capitales y población obrera sobrante para las exigencias y necesidades de la acumulación.
Marx decía que nadie lucha en contra de la libertad, que la libertad ha existido siempre. A veces, como privilegio de unos pocos, y otras, como derecho de todos. Creo que se aplica con total vigencia en la discusión sobre la libertad. La libertad, existe y en tanto existe, existe de manera concreta, determinada por el desarrollo histórico de la sociedad. La libertad “irrestricta” del mercado no es sino la libertad del capital de explotar sin impedimento no solo a la clase trabajadora, también es la libertad del capital de explotar indiscriminadamente la naturaleza para el enriquecimiento de unos pocos.
En suma, las propuestas de Milei no contienen en sí ninguna novedad. Como ninguna originalidad tienen los gestores del capital para proponer posibles salidas a las sucesivas crisis. Por el contrario, exponen el ideario libertario contenido en El Ladrillo, aplicado por la dictadura fascista de Pinochet, al ser esta la única respuesta en un contexto recesivo no sólo en términos del ciclo económico, sino también recesivo en términos de organización de la clase trabajadora.
En este escenario, es que se intenta pasar por “técnico” un discurso que propone medidas económicas que son estrictamente políticas. Y por ello, no están por fuera de un marco ideológico que, en el caso de Milei y los libertarios, propone una sociedad basada en el darwinismo social, en el que, el fundamentalismo del libre mercado se presenta como la “única alternativa posible”.
Lo que la clase trabajadora debe saber es que, la ciencia económica y la sociedad han avanzado bastante, como para reconocer en términos teóricos y también empíricos, que el mercado no sólo no es el único regulador de la acción humana, sino, por, sobre todo, que no puede serlo, porque, contrario a lo planteado por los libertarios como Javier Milei, el mercado no es una cuestión abstracta, neutral ni mucho menos, técnica. Es, ante todo, un escenario en el que se despliega la lucha de clases, y en el que, Milei propone dejar a la clase trabajadora a merced de los intereses de los grandes capitales locales y extranjeros.
Asimismo, se debe comprender que el Estado no existe como abstracción, como entelequia. En tanto existe, lo hace bajo determinaciones que surgen de la sociedad de la que emerge, y no de cualquier sociedad, sino de una dividida en clases sociales. Y por ello, es expresión de sus contradicciones, de la lucha entre clases sociales antagónicas, y cuya cristalización, la constituye el Estado.
Aquellos “técnicos” que nos presentan los libertarios, no carecen de ideología, y, por tanto, de una idea respecto al papel que debe cumplir el Estado en la sociedad. La reducción del aparato estatal bajo el discurso de “reducir el gasto público”, no es otra cosa que volcar el poder del Estado y el monopolio de la fuerza, en beneficio – y defensa – de los capitales hegemónicos. El Estado es siempre y en toda condición, expresión concreta de la lucha de clases en una sociedad históricamente determinada.
Finalmente, queda preguntarnos si el tipo de sociedad que nos propone Milei, en la que el mercado es Dios, en la que se garantiza la libertad de vender niños, órganos y de portar armas, o la libertad de morir de hambre, de normalizar que unos hagan millonarios apropiándose del esfuerzo de otros o de aceptar la brutal explotación. Una sociedad en la que se reivindiquen regímenes dictatoriales que ejercieron el terrorismo de Estado, en la que se destruyen derechos laborales, sociales y económicos, ¿es el tipo de sociedad en la que querríamos vivir?.
Estamos quienes creemos que otra sociedad es posible, y no solo posible, sino es una necesidad urgente. Una sociedad en la que la cooperación y la solidaridad, así como la socialización de los medios de producción, son la alternativa al capitalismo salvaje que nos presenta Milei. Y la experiencia de lucha de la clase trabajadora ha dado ejemplos de ello.
[1] Documentos desclasificados de EE.UU. registraron la génesis de la instrucción de Nixon para derrocar a Allende – CIPER Chile
[2] Las “Bases de la política económica del gobierno militar chileno”, más conocido como “El Ladrillo”. Fue un documento elaborado por economistas chilenos formados en la Escuela de Chicago, en Estados Unidos. Y constituyeron una de las primeras generaciones de economistas que se formaron en el marco del Convenio entre la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Universidad de Chicago, con la finalidad de cursar estudios de posgrado en Economía. En este documento se presenta un diagnóstico sobre la situación económica y política de Chile y seguidamente, un conjunto de propuestas de política económica. La particularidad del curso fue que estuvo dirigido no sólo por académicos estadounidenses, sino también por empresarios chilenos. Y de esta interacción entre Academia y Empresas, resultó El Ladrillo. Esto echa por tierra los discursos sobre el supuesto de la neutralidad científica.
[3] (458) El discurso completo de Javier Milei en Latam Economic Forum 2023 – YouTube
Collage de inicio: archivo Adelante!
[i] Doctoranda en Economía por el Instituto de Industria, Universidad Nacional de General Sarmiento. Máster en Ciencias Sociales con especialización en Desarrollo Social e Investigación por FLACSO Paraguay. Economista por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Pinar del Río, Cuba. Presidenta de la Sociedad de Economía Política del Paraguay, SEP-Py. Contacto: alhelicaceres@seppy.org.py
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