Memoria del Futuro | Por Jean Mersault.
Que vivan los artistas del yuyal. Que viva el yuyal. Del yuyal salen estos hijos oscuros de la humanidad innominada.
Manuel Ortíz Guerrero, s.f.
Jose Asunción Flores cantando acompañado por Don Demetrio Ortiz. Grabación realizada durante la celebración del casamiento del Poeta Elvio Romero con la Sra. Elida Vallejo, en 1968 en Argentina.
José Asunción Flores nació en Asunción el 27 de agosto de 1904, con el nombre de José Agustín Volta Flores, en el seno de una familia trabajadora. Es por ello que desde muy pequeño confronta la dura realidad del dolor paraguayo y comprende el clima desdichado. Emprendería su misión más tarde, en un tiempo en el que era más sencillo poner el arte al servicio de quienes escriben la historia y no de quienes la sufren. Fue fundador del lenguaje musical paraguayo más reconocido en el mundo, ha sido considerado como un ícono de la composición musical y fue también un convencido luchador contra el stronismo.
Asunción Flores con toda la dignidad de un hombre nacional y universal dedicó su vida a configurar un lenguaje nuevo capaz de expresar la voz musical de su pueblo trabajador y sufrido. Esa misma convicción fue la que lo llevó a militar en el Partido Comunista Paraguayo (PCP), donde llegó incluso a ser miembro del Comité Central, hasta su muerte en el exilio.
Cuentan algunos biógrafos que Flores fue admirador de Wagner y Beethoven, a los que debe ciertos matices. Borges lo comparó con Debussy (Almada Roche, 2008, pp. 200-201) y los rusos lo apreciaron inmensamente. También se lo puede considerar en cierta medida como un profeta, en el sentido de lo que escribió Percy Shelley (1986, p. 9) que: no sólo capta el presente tal como es y descubre esas leyes por las cuales deben ordenarse las cosas sino que contempla el futuro en el presente y sus pensamientos son las semillas de la flor y el fruto de los últimos tiempos.
Su obra ha logrado calar en ese hueco vacío que alguna vez mencionó Barrett (en Lo que he visto), ese espacio con esperanza lo ocupa el nuevo lenguaje: la guarania. Ese trabajo guiado por sus convicciones le llevó toda la vida, lo llevó al exilio y fue causa de la feroz persecución por parte de la tiranía. En la búsqueda de una verdad entendió que toda música que sea auténtica despierta los impulsos incontenibles del hombre hacia la libertad (Vallejos, 1972).
Flores fue declarado traidor a la patria Félix Paiva. Luego Federico Chaves quiso otorgarle la Orden Nacional al Mérito y el maestro la rechazó denunciando que el mismo gobierno había sido responsable del asesinato de Mariano Roque Alonso, joven estudiante y militante comunista.
La historia de la vida de José Asunción Flores es la historia de un revolucionario, un humano (con sus contradicciones, claro) que fue capaz de soportar los embates de la ultrajante agonía de estar tan lejos de su Mburicao y su gente. La música lo ayudó en parte a lidiar con las sombras de la injusticia, logró a partir de esto componer algunas de las obras más importantes del repertorio paraguayo: Gallito cantor, India, María de la Paz, Ñande Ru Vusu, Obrerito, Panambi Vera, Pyhare Pyte…
En sus propias palabras (Talia, 1976) la Guarania es como una luz que se gesta en la entraña del pueblo y en un determinado momento del proceso histórico la luz aflora y camina hacia adelante, ¡siempre adelante! Se puede decir que es el lenguaje musical de nuestro país, un lenguaje comprendido por todos los pueblos del mundo llega a las más amplias masas populares por sus sentimientos humanos de esencia universal.
Estas obras responden a un proyecto emancipador que busca en la creación identificar la esencia de su pueblo; Obrerito es un homenaje a la clase trabajadora tan castigada. También está el poema sinfónico María de la Paz, compuesto junto con Elvio Romero en el contexto de la guerra fría y del lanzamiento de las bombas atómicas por parte del ejército estadounidense en Hiroshima y Nagasaki.
Flores compartió cosmovisión y amistad con Elvio Romero, Hérib Campos Cervera (h), Carlos Lara Bareiro, Oscar Clérici, Sara Benítez, Carlos Abente, Emilio Vesken, Gilberto Rivarola, Mirián Doldán y Tito Albavi, entre muchos otros grandes referentes. Varios también estuvieron exiliados en Argentina y acompañaron cercanamente a Flores durante el trayecto de su vida. Clérici, por ejemplo, fue quien impulsó la grabación del primer disco de Flores (con el sello Guaran) y luego de su fallecimiento se empeñó incansablemente en la difusión de su obra. Flores y Elvio integraron el Consejo Mundial de la Paz, en calidad de delegados oficiales en representación de Paraguay, en ese mismo contexto se difunde el segundo poema sinfónico mencionado unos párrafos antes.
Al costado del Mburicao permanece a su lado hasta hoy Manuel Ortíz Guerrero, entrañable compañero de Flores.

Elvio Romero (izq.) y José Asunción Flores (der.) en la Catedral de San Basilio de Moscú, URSS. Circa 1969.
Parece oportuno citar el artículo que Hérib Campos Cervera (h) escribió en 1944 (Almada Roche, 2008, p. 217) con intención de publicarla en la revista Paraguay, aunque no llegó a ver la luz. En este texto, además de mencionar la fascinación de Flores por la panaderías, rememora a su amigo y vaticina el día en que quizá se lo recuerde en su justa medida:
Flores es mi amigo, a quien estimo y respeto grandemente, y lo considero un músico excepcional, que dará que hablar más allá de nuestras fronteras. Sus Guaranias, a mi modesto entender, es una música que todavía está en plena fermentación, amén de los éxitos y reconocimientos logrados aquí, en la Argentina, independientemente de sus triunfos en el Paraguay. La Guarania se hará universal, si el maestro no ceja en su lucha de imponerla a consideración del público. Acaso llegará el día en que a Asunción Flores, genio oculto aún, le rendirán homenajes reconociéndolo como uno de los grandes de la música de América Latina.
Un artista del yuyal, como le decía Manú, fue Flores. Un artista del pueblo y para el pueblo, trabajador él mismo, hijo de trabajadores, apoyado primero por Gondra luego sostenido por camaradas y amigos, perseguido por la indignidad tiránica que lo mantuvo lejos del país.
Nunca dejó de pensar en el Paraguay y en su juventud, hasta el final mantuvo su convicción, por ello a modo de conclusión se reproduce aquí el mensaje del maestro fechado el 18 de septiembre de 1971 en Buenos Aires:
He aceptado este diálogo con la juventud paraguaya porque se de su pasión por la libertad y la redención social. Me siento orgulloso de saber que a tantos años de doloroso extrañamiento sigo tan junto a ese corazón paraguayo que ha sido el único posible capaz de crear la guarania. La guarania es de mi pueblo. Allí están los sollozos de su pasión y los gritos de su rebeldía. Nació conmigo para sobrevivir mientras el hombre paraguayo sea capaz de silbar una canción. Más que mi música pienso que mi legado a la juventud de mi patria es el esfuerzo por mantener una dignidad, una fe en el inexorable destino libertario del Paraguay, que he tratado de sobrellevar venciendo, como dice nuestra patriótica condecoración: Venciendo penurias y fatigas. El compromiso no termina con la muerte sino que se intensifica. La victoria es siempre de la juventud.
Hecho de sueños y música, el artista del yuyal aún sigue presente.
Referencias
Almada Roche, A. (2008). Flores, el exilio y la gloria. Arandura Editorial.
Pecci, A. (2020, mayo 16). El adiós a Ortiz Guerrero narrado por Flores. Última Hora. https://www.ultimahora.com/el-adios-ortiz-guerrero-narrado-flores-n2885467
Rosales, H. (1991). Historia del Partido Comunista Paraguayo, 1928-1990. PCP Editor.
Shelley, P. B. (1986). Defensa de la poesía (J. V. Selma de la Hoz, Trad.). Fuertearnera.
Talia, S. (1976). José Asunción Flores: Génesis y verdad sobre la guarania y su creador. Negri.
Vallejos, R. (1972). Testamento del creador de la Guarania. La Tribuna.
Ilustración de inicio: gentileza de concurso de poesía «Carmen Soler«
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